martes, 10 de agosto de 2010

Ascos

“Me produjo, mínimo, enojo”, le comenté, reservado y cauto, a un amigo de extensa trayectoria en el periodismo. La columna de Claudio Cerviño (La política y el arte de asquear) en el diario La Nación era el detonante. En verdad, me había generado asco, pero mesuré el calificativo por una posible relación de mi interlocutor. Cerviño, periodista de la sección Deportes, cita a un representante del democrático mundo del polo para entrecomillar el doñarrosismo “el problema no es la política, si no los políticos”, frasea la pavada mayor de que “el deporte y la política no se pueden mezclar” y, oh casualidad, omite el caso del Mundial 78 cuando repasa las relaciones en la historia argentina. A mister Cerviño también le da asquito, escribe, “el vínculo inexorable de ambas esferas” y que se bastardee al lema que pondera “la política no debe mezclarse con el deporte”. No recurriremos a Aristóteles para refutar al señor Cerviño (“El hombre es un animal político”, teorizó el griego). Pero sí recomendaremos como disparador este artículo del periodista Pablo Llonto, que se ríe ante aquellos que pretenden “no mezclar deporte con política”. “Veo que la edad te va moderando -me chicaneó este amigo periodista-. Cuánta ingenuidad o cuánto gorilismo junto. Me produjo vómitos, no enojo. Gente grande. Se creen eso de que somos los fiscales morales de la patria”.